La llegada de Sáenz de Santamaría parece por fin traer un poco de modernidad al CNI (Centro Nacional de Inteligencia, el centro de espionaje español). Bueno, en realidad el carné es como una tarjeta, que incluye un chip codificado y cuya validez es por diez años, siempre y cuando el agente en cuestión se encuentre activo. El motivo de la vigencia de la tarjeta por 10 años parece responder a que es el tiempo seguro de permanencia de datos en el chip, a partir del cual pueden corromperse.
A la tarjeta acompaña una placa, y entre las medidas de seguridad de aquélla se encuentra un holograma del CERES (parte inferior derecha), y un tramado en el fondo azul por toda la tarjeta. El uso del chip es la identificación, con firma digital e incluye un procesador para ejecutar la firma sin necesidad de elementos externos inseguros, con capacidad de 1100 bits, generador de números aleatorios en el propio chip (útil para gestión de claves internas y el cifrado dinámico) entre otras cuestiones técnicas. El algoritmo que utiliza está basado en el de la famosa NSA estadounidense, aunque es un algoritmo que ya se ha logrado romper en varias ocasiones, no es 100% seguro.
